Diversos estudios científicos demuestran que los frutos secos (almendras, nueces, anacardos, castañas, avellanas, cacahuetes, pacanas, piñones y pistachos) son muy beneficiosos para la salud del corazón. Uno de los motivos es por su papel preventivo, porque el consumo frecuente de frutos secos no sólo reduce algunos factores de riesgo cardiovascular como el colesterol o la diabetes sino que además disminuye la incidencia de la enfermedad coronaria.
Los FRUTOS SECOS poseen antioxidantes, que neutralizan los radicales libres que dañan las membranas celulares, contribuyendo a la lucha contra el envejecimiento y ayudando a prevenir enfermedades. Los polifenoles contenidos en las nueces (por ejemplo) son un tipo de antioxidante que actúa directamente sobre el colesterol malo o LDL y se conoce por proteger el corazón y luchar contra la arterioesclerosis ralentizando la acumulación de placa y mejorando la salud de las venas y de las arterías.
Existe un tipo de grasa saludable, la insaturada, caracterizada por sus ácidos oleico (almendras y avellanas) y linoleico (cacahuetes y nueces). Estos ácidos grasos son vitales para nuestro organismo puesto que ayudan a controlar los niveles de triglicéridos y colesterol, con lo que se convierten en perfectos aliados para protegernos de las enfermedades cardiovasculares. De hecho, recientemente, se ha publicado un estudio científico que muestra una disminución del riesgo de muerte súbita cardiaca en los individuos que habitualmente consumen frutos secos.
Contienen, además, diferentes micronutrientes indispensables para garantizar un estado de salud óptimo. Es el caso del calcio, el manganeso, el fósforo, el selenio o el zinc, todos ellos necesarios para preservar nuestra calidad ósea o potenciar la memoria.
También son ricos en vitamina C y E, poderosos antioxidantes que aportan elasticidad a la piel, refuerzan nuestro sistema inmunológico y retrasan la acción de los radicales libres, sustancias responsables del envejecimiento.
En las mujeres, según un estudio publicado en la revista médica ‘Journal of American Medical Association’ tomar ocasionalmente frutos secos reduce el riesgo de padecer diabetes tipo 2. Los autores del estudio apuntan a que las grasas insaturadas contenidas en las nueces pueden mejorar la capacidad del organismo para usar la insulina y regular los niveles de glucosa en la sangre.
Y, al contrario de lo que se piensa, su consumo moderado no se asocia con un incremento de peso. Además, debido a su alto contenido en fibra vegetal, los frutos secos benefician el tránsito intestinal. Por tanto pueden comerse, de forma moderada, y con la tranquilidad de no engordar.
Son el complemento ideal en una dieta sana y equilibrada. De hecho, los expertos en nutrición recomiendan tomarlos moderadamente entre las tres comidas principales alternándose con fruta, yogures desnatados o tostadas de pan integral con queso fresco. De este modo, se realizan cinco ingestas diarias, en vez de tres que es a lo que estamos acostumbrados y así podemos controlar adecuadamente nuestro apetito y, como consecuencia de ello, el peso corporal.
Además, también admiten diversos métodos de elaboración culinaria. Pueden utilizarse como acompañantes de ensaladas, carnes o canapés, así como elaborar diversas salsas, helados o postres deliciosos y muy nutritivos.